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¿Puedes con la tecnología o ella puede contigo?

  • Miércoles 29 de junio de 2022
  • 09:31 hrs

Es una pregunta, sin lugar a dudas, interesante. La podemos responder desde varios ángulos, pero sea cual sea el punto desde que abordemos la cuestión, da para reflexionar bastante. Esto es así, entre otras cosas, porque la tecnología es un término, no solo amplísimo y lleno de acepciones, si no uno en constante cambio, en perpetua evolución (lo ha sido siempre, pero en las últimas décadas, los avances en este sentido han sido, y siguen siendo, frenéticos).

Todos esos avances, todas esas nuevas posibilidades que ha traído consigo la tecnología tiene, como casi todo, dos caras. Y este es precisamente otro de los factores que hacen que este tema sea tan interesante; que la tecnología, tal y como la conocemos, y tal y como nos relacionamos con ella hoy en día, está llena de oportunidades y de ventajas, pero también de riesgos, retos e inconvenientes.

Es un hecho que la tecnología forma parte integral de nuestra vida diaria; de nuestra forma de comunicarnos, de entretenernos, de trabajar… Podría decirse que, cada vez más, se está convirtiendo en una herramienta indispensable. Esto, por supuesto, se deriva de la comodidad que ofrece la tecnología como herramienta. Pero esta nueva forma de relacionarnos con esta faceta de la vida no está exenta de riesgos. Por qué, ¿qué dependencia es sana? De hecho, esta dinámica relacional está llevando a que aparezcan problemas de adicción relacionado con el uso de dispositivos tecnológicos como móviles y ordenadores, así como dependencias psicológicas a determinados servicios, aplicaciones y contenidos digitales, sobre todo entre los más jóvenes.

Y es que más no siempre significa mejor. Más comodidad puede significar facilitarnos la vida, pero también que perdamos la habilidad de hacer las cosas por nosotros mismos, resintiéndose nuestras habilidades cognitivas. Más información puede significar acceso a conocimientos muy útiles, pero, de la misma manera, puede desembocar en desinformación y sobrecarga. Más servicios y más contenidos pueden suponer más posibilidades de entretenimiento, mejores herramientas de trabajo y avances en la comunicación, pero también puede convertirnos en esclavos de las pantallas.

Un dato curioso, ¿sabías que la postura afecta a la capacidad de memorización y a nuestro estado anímico? Está comprobado que las posturas cabizbajas y con los hombros vencidos tienen efectos perjudiciales en este sentido. Preguntémonos cuál es la postura en la que pasan tantas personas tantas horas del día cuando se inclinan para mirar sus móviles. Este es solo un ejemplo de las conductas —a menudo inconscientes— en las que incurrimos seducidos por el canto de las sirenas de la modernización. Y todo ello por no hablar de las decenas de miles de metros cúbicos de desechos tecnológicos que se acumulan año a año a medida que la digitalización avanza. Como vemos, los retos no son pocos.

Con todo esto aparecen conceptos como la edad tecnológica para describir cómo se adapta cada uno a la tecnología independientemente de su edad biológica. Con la evolución de las herramientas hay colectivos menos “tecnologizados” que ven cómo tienen problemas incluso para acceder a determinados servicios o canales de comunicación sin importar cual sea su edad biológica. Si estás interesado en descubrir tu edad tecnológica puedes usar tests como el que nos propone ExpressVPN.

La respuesta a la pregunta inicial, por supuesto, dependerá siempre del tipo de relación que tenga cada uno con la tecnología. Su potencial, no hay duda, es gigantesco. Pero los problemas que puede acarrear no son nimios. A esa pregunta, además, hay que añadir otra. ¿Quién está realmente al día con la tecnología? Porque ante tal velocidad de avances, es difícil saber si vamos un paso por delante nosotros impulsados por las herramientas tecnológicas más punteras, o si, por el contrario, vamos arrastrados por ellas.

Sea como fuere, lo que parece claro es que el mundo es digital, y que no hay vuelta atrás a este respecto (especialmente a raíz de los cambios derivados de las reacciones a la pandemia de covid, que dieron un impulso sin precedentes a la digitalización y al protagonismo de la tecnología). La única incógnita, que solo el futuro desvela, es si habremos aprendido a relacionarnos con la tecnología de una manera que no suponga un perjuicio para nosotros y para las generaciones venideras.